Alrededor de 22.000 personas son diagnosticadas de cáncer de mama anualmente.
El impacto que supone para la mujer, su pareja y su entorno familiar, requiere de un abordaje multidisciplinar (médico, psicólogo, fisioterapeuta…), y de apoyo a lo largo de todo el proceso, así como en el momento de reincorporarse a la vida diaria.El diagnóstico de cáncer de mama y los tratamientos oncológicos, conllevan repercusiones físicas, psicológicas y sociales .
Las respuestas emocionales ante el cáncer en el individuo, dependen, entre otros aspectos, de la localización (el órgano afectado). Las reacciones psicológicas específicas del cáncer de mama están relacionadas con aspectos más íntimos, de la femineidad, la sexualidad, la maternidad y la imagen corporal, afectando a la identidad femenina a niveles muy profundos. Cuando se altera la integridad de la mama, se ven afectadas la seguridad y confianza de los roles femenino, sexual, social y maternal; amenazando tanto el autoconcepto de la mujer, como las relaciones interpersonales con las personas significativas de su entorno.
La adaptación emocional al cáncer de mama y sus tratamientos, depende de variables individuales, y varía en función de factores psicológicos y médicos. A ello se unen aspectos como la fase de la enfermedad -tendremos distintas necesidades psicológicas en la fase de diagnóstico, en la mujer superviviente o en caso de recidiva-.
La Psicooncología trata de dar respuesta a las necesidades que puedan surgir a nivel psicológico, emocional y relacional a lo largo del proceso.
Las intervenciones psicológicas eficaces con mujeres afectadas de cáncer de mama se centran en la psicoeducación, el counselling y la psicoterapia individual y grupal. Los estudios al respecto nos muestran mejoras en los niveles de ansiedad y depresión -referidos a la atención psicológica individual y la psicoterapia grupal-, mantenidos en el seguimiento.
En la práctica clínica diaria, se observa la necesidad de un cambio de actitud en la rehabilitación de las pacientes de cáncer de mama, abandonando el paternalismo y la sobreprotección, y fomentando el papel activo y la auto-responsabilización de las afectadas.
Ante todo, debemos atender a las características individuales y las necesidades emocionales, físicas y sociales de cada persona y su entorno.