El duelo se entiende como un proceso normal, con una limitación en el tiempo, cuya evolución, habitualmente progresa hacia la superación. La pena producida por una pérdida de por sí no es patológica, sino que su elaboración puede fortalecer la maduración y el crecimiento personal.
Las pérdidas implican un gran sufrimiento para la mayoría de las personas, y en algunos casos el proceso se puede complicar y suponer incluso trastornos psíquicos.
Cuando la persona es capaz de mirar hacia el pasado y recordar con serenidad, sin dolor, al fallecido y a la historia compartida, podemos intuir que se ha elaborado el proceso de duelo. Habitualmente el proceso de duelo oscila entre uno y dos años.
Se ha investigado acerca de los factores que pueden influir en el proceso de duelo, aumentando la posibilidad de un desarrollo anómalo.
¿Cómo diferenciar un proceso normal de duelo de un duelo complicado?
En la mayoría de los casos de duelo complicado, el doliente se queda anclado en algún eslabón del proceso de elaboración por una respuesta de evitación. Estas respuestas pueden deberse a la actividad que tenga que desarrollar; a su entorno, que le pueda impedir expresar sentimientos y le lleve a inhibir comportamientos; al papel familiar que se vea obligado a cumplir o a su autoconcepto.
Por ello es necesario evaluar qué impide al doliente funcionar eficazmente en su vida y resolver lo referente a la pérdida, dándole el apoyo social y familiar necesario, atendiendo la problemática subyacente y/o la derivada de una elaboración incorrecta.
Podemos detectar algunos indicadores de duelo complicado:
– La pena no se expresa, ni en soledad ni en compañía
– Se expresa la pena con la misma intensidad durante un largo periodo de tiempo
– El doliente se muestra incapaz para recomenzar la vida en un nuevo marco en el que no está el fallecido.
– Incapacidad para desvincularse del fallecido. Expresado mediante culpa excesiva o auto-reproches.
– Si aparece cualquier alteración mental diagnosticada a partir de los seis meses del fallecimiento puede estar o no conectada con la pérdida (depresión, ansiedad, adicciones,…).
Uno de los objetivos de la atención al duelo es prevenir un duelo complicado y facilitar el proceso de adaptación. Sería conveniente que esta atención se iniciara antes de producirse el fallecimiento de la persona querida, con una filosofía basada en el modelo preventivo, ya que la elaboración del duelo comienza en el momento en el que se tiene conciencia de la pérdida
